Al ser algo que llevamos toda la vida haciendo y hacemos tanto, todos creemos que sabemos lavarnos los dientes perfectamente, y casi nos ofende que nos digan que no lo hacemos bien. Por eso, aquí te explicaremos como hacerlo correctamente.
El cepillo
Empecemos por lo básico. Utilicemos un cepillo manual o uno eléctrico, tenemos que asegurarnos de que esté limpio y en buen estado. Por eso, lo cambiaremos cada tres meses (o, evidentemente, antes si vemos que está muy desgastado). También tendremos que cambiarlo después de enfermar, ya que el cepillo puede acumular gérmenes.
Cuando lo vayamos a comprar, primero nos fijaremos en la dureza. La mayoría de los dentistas coinciden en que el mejor es el de dureza media. Y es que muchas veces, por intentar lavárnoslos mejor, hacemos más fuerza con el cepillo. Si además de hacer fuerza, utilizamos un cepillo duro, puede desgastar el esmalte e incluso hacer que tengamos mayor sensibilidad dental.
En cuanto al tamaño, utilizaremos cepillos de cabeza más bien pequeña, para asegurar que podamos llegar a lavar todos los rincones de nuestra boca sin problema. En cuanto al mango, depende de cada persona. Utilizaremos el que sea más cómodo para nosotros y nos permita limpiarnos todas las zonas de la boca.
La pasta
Tendremos que utilizar una pasta que contenga flúor. La cantidad recomendada de flúor es de por lo menos 1000 partículas por millón (ppm), por lo que evitaremos las que contengan menos si queremos lavarnos los dientes correctamente. En el caso de los adultos, se recomienda una cantidad de 1450 ppm. Gracias a eso, aumentará la resistencia de nuestro esmalte y tendremos un principio activo que actúe frente a las bacterias que hacen que crezca el sarro. Actualmente, se ha investigado mucho acerca de diferentes principios activos, y el estaño está ganando mucha fuerza en el tratamiento de las caries y de la enfermedad periodontal.
¿Puedo utilizar una pasta blanqueadora? Puedes usarla, pero no te servirá de mucho si no te has blanqueado los dientes de manera profesional. Además, contienen una sustancia llamada peróxido de carbamida, que es abrasiva y puede estropear el esmalte.
El cepillado
Ahora que tenemos el cepillo y la pasta que mejor se adecuan a nosotros, empezaremos a cepillarnos. Recordemos que hay que lavarse los dientes tres veces al día durante una duración no menor de dos minutos. Normalmente, nos los lavamos durante menos tiempo. Para asegurar que cumplimos los dos minutos, podemos ponernos un cronómetro y ver la televisión para entretenernos o, si no queremos salir del baño, escuchar una canción que dure dos minutos.
Antes de empezar, nos enjuagaremos la boca con agua para quitar los restos más grandes de comida que tengamos en la boca. Para cepillarnos, pondremos el equivalente al tamaño de un garbanzo de pasta de dientes (sí, en los anuncios llenan el cepillo pero eso es demasiada pasta) y empezaremos a cepillarnos. Si has leído bien, habrás notado que no hemos mencionado nada de añadirle agua al cepillo. Y es que, lejos de ayudar, hace que la limpieza sea de menor calidad, ya que el cepillo no podrá arrastrar la suciedad con la misma fuerza.
Empezaremos con las caras exteriores de los dientes de arriba. Colocaremos el cepillo casi perpendicular al diente, pero algo inclinado hacia la encía, y haremos movimientos circulares para que las cerdas lleguen a los dientes y encías. Es muy importante no hacer fuerza, ya que podríamos dañar la encía.
Pasamos a las caras interiores. Empezaremos por la parte de atrás de la boca, haciendo movimientos circulares utilizando solo la parte de delante del cepillo. Cuando lleguemos a los colmillos, haremos un movimiento de barrido utilizando todo el cepillo.
Luego lavaremos las caras triturantes (con las que mordemos), que limpiaremos con movimientos de barrido horizontales. Después, repetiremos todo el procedimiento con los dientes inferiores.
Y después del cepillado…
Lavaremos la lengua, que acumula muchos restos de alimentos. Para ello, usaremos un raspador lingual. Empezaremos lo más atrás que podamos (cuidado, sin que te dé náuseas) y haremos un barrido de atrás hacia alante.
Después, utilizaremos hilo dental para dejar los dientes completamente libres de cualquier tipo de resto. En caso de tener mucho espacio entre los dientes, utilizaremos un cepillo interproximal.
Para terminar, utilizaremos un enjuague bucal. En las instrucciones podremos ver cuánto tenemos que utilizar, y normalmente podremos aprovechar el tapón del bote de enjuague para medirlo. Haremos gárgaras durante 30 segundos o un minuto, pasándolo por todas las zonas de nuestra boca, y no comeremos ni beberemos nada durante 30 minutos.
¡Y ya está! Ahora sí que podrás lavarte los dientes bien.