Según datos del INE, el 23,31% de las personas del País Vasco suelen fumar a diario, y el 3,82% ocasionalmente. En total, más de 500.000 personas. En este artículo veremos las consecuencias que puede tener el tabaco en nuestra salud bucodental, que no son pocas.
Fumar amarillea los dientes
Empezamos por una de las consecuencias menos peligrosas. Y es que la nicotina no solo afecta a los pulmones, sino que también hace que salgan manchas en los dientes (y en los dedos). Aunque las manchas por sí solas no presenten ningún peligro, es la consecuencia de fumar que más se nota estéticamente.
Dentro de lo malo, las manchas se pueden quitar haciéndose un blanqueamiento en una clínica dental o, en un caso extremo, con carillas.
Halitosis
Aunque haya gente que crea que fumando puede disimular la halitosis, en realidad lo que ocurre es todo lo contrario: a ese problema ya existente, se le suma el olor propio del tabaco, además de todas las sustancias que se les añaden. Y a quien no tuviera mal aliento de antemano, al fumar también se le queda ese olor característico que tan poco gusta.
Pero no solo eso. El tabaco también reseca la boca y las mucosas que hay en ella, llegando a veces a irritarlas. También lo hace con las vías respiratorias y digestivas altas. Al secarse, la boca no se oxigena tan bien y eso produce mal aliento.
Al fumar perdemos sentido del olfato y el gusto
Al principio puede parecer algo que no importa demasiado, un riesgo que se puede asumir. Pero no es del todo así. El no tener sentido del gusto puede crearnos problemas de salud mucho más graves. Y es que muchas veces, el sabor que peor perciben los fumadores es el salado, por lo que acaban consumiendo mucha sal y teniendo problemas por tener la tensión arterial alta.
Además, según un estudio hecho en un hospital francés, no es una consecuencia reversible. Entre personas fumadoras, ex fumadoras y no fumadoras, tuvieron que identificar varios sabores. Uno de los alimentos que tuvieron que identificar era el café (que en principio parece fácil). El 20% de los fumadores no pudo identificarlo, pero en el caso de los ex fumadores fue el 26,5% el que no lo logró.
Problemas en las mucosas y la placa bacteriana
Como hemos mencionado antes, al fumar se secan y se irritan las mucosas. Esto puede crear lesiones y úlceras. Pero ese no es el único problema. Fumar también altera la placa bacteriana de manera que es más propensa a infecciones. Por lo que no sólo tendremos más heridas, sino que será más fácil que esas heridas nos den problemas. Y si se complicaran tanto que necesitáramos un tratamiento, el tabaco lo dificultaría, y también haría más difícil el postoperatorio.
Enfermedad periodontal
Al tener las defensas de las encías más bajas, las personas que fuman son más propensas a tener la enfermedad de las encías. Además, como el tabaco disminuye el riego sanguíneo de las encías, tienen un color más claro y parece que no están hinchadas. Normalmente, este es el signo de alarma que lleva a la gente a ir al dentista, pero en el caso de fumadores, muchas veces no se acude hasta que se empiezan a ver las raíces de los dientes.
Y como ya hemos comentado, el tratamiento no suele salir bien para los fumadores. De hecho, el 90% de las periodontitis que no mejoran con el tratamiento que se hace normalmente se dan en personas que fuman.
También tienen más tasa de reaparición de la enfermedad periodontal, y es más fácil perder dientes debido a esta enfermedad, además de que los resultados de los tratamientos son más impredecibles.
Fumar aumenta el riesgo de cáncer oral
El tabaco es muy irritante, y contiene ingredientes cancerígenos, como el alquitrán o la nicotina, lo cual aumenta el riesgo (concretamente, una persona que fuma es cinco veces más propensa a tenerlo). De hecho, el 80% de las personas con cáncer oral son fumadoras.
¿Por qué es más probable tenerlo? Al fumar, el primer sitio donde se queda el humo es la boca, por lo que los labios, lengua y glándulas salivales se quedan impregnados de las sustancias tóxicas que ya hemos mencionado.