Mucha gente se siente nerviosa antes de que le pongan brackets, porque no sabe cómo se va a sentir o cómo le va a afectar a su vida cotidiana. Aquí te resolvemos las dudas que puedas tener al respecto.
Pasos previos
Antes de que te pongan los brackets, tu dentista te pedirá algunas pruebas. Entre ellas, te pedirán que te hagas una radiografía. También puede que te saquen fotografías, tanto de fuera como de dentro de la boca, y que hagan una especie de “molde” de tu boca. Con todo eso, podrá analizar tu caso y recomendarte el mejor tratamiento para ti. Además de eso, tendrás que tener los dientes sin caries y las encías sanas, y puede que te saquen las muelas del juicio. Una vez hecho el análisis, te darán un presupuesto.
Tipos de brackets
- Brackets metálicos. Son los más típicos y más económicos. Además, se pueden personalizar, eligiendo los colores que más nos gusten.
- Brackets transparentes. Pueden ser de diferentes materiales (como cerámica, zafiro o policarbonato). El arco (la barrita que pasa por todos los brackets) también puede ser metálico o blanco, por lo que se notan menos. Por eso mismo se conocen como brackets estéticos.
- Autoligables. A diferencia de los mencionados, el arco no se sujeta con una goma, haciéndolo menos visible y facilitando la higiene dental. Otra ventaja es que se autorregulan, ahorrándonos así visitas al dentista.
- Linguales. Son como los aparatos metálicos, solo que en este caso se adhieren a la parte interna de los dientes. Aunque estéticamente sea la más llamativa, ya que al estar en el interior no se ven, tiene muchas desventajas: Son más incómodos, causan más problemas para hablar, dificultan la limpieza, lleva más tiempo ajustarlos y son más caros.
- Alineadores invisibles. Es un tratamiento que utiliza férulas transparentes removibles que se cambian cada dos semanas. Al ser de quita y pon, se puede realizar una limpieza muy buena, pero también puede que te cueste seguir el tratamiento porque hay que llevarlas 22 horas al día y la tentación de quitárselas siempre estará ahí.
El día de la cita
Los primeros momentos (o incluso días) después de que te pongan los brackets puede que sientas algo de dolor. Por eso, ¡aprovecha para comer todo lo que te guste! Si tienes miedo o no quieres que te los pongan, puedes sacarte una foto para motivarte y así acordarte de cómo tenías los dientes antes de los brackets. Aprovecha también para pasarte la lengua por los dientes, es una sensación que echarás de menos.
Acude a la cita con tiempo y relájate. Si te ayuda, haz una playlist con tus canciones favoritas o canciones que te motiven para que se te haga más ameno el procedimiento.
El proceso
Normalmente, suele ser una cita de una media hora, aunque en el caso del aparato lingual se tarda algo más. No se suelen poner los brackets superiores e inferiores el mismo día, para que así puedas acostumbrarte. Los brackets se cementan en el centro del diente, sea por fuera o por dentro, y en las muelas se coloca una especie de anilla, llamada tubo molar, que sirve para anclar el arco que une los brackets.
¿Duelen los brackets?
Aunque no causen mucho dolor, sí que es normal notar una presión o una molestia los días siguientes a que te los pongan (o después de que nos los regulen). Dependiendo del tipo de ortodoncia que te pongan, sí que puede causarte rozaduras y llagas, pero tu dentista te explicará qué hacer cuando te salgan.
Una vez los tengas puestos
Lo más temido cuando nos ponen brackets: ¿Qué puedo comer? Si tu aparato es removible, podrás comer de todo (con el aparato quitado, claro), pero si no tendrás algunas limitaciones. Por ejemplo, deberás dejar el chicle a un lado, ya que puede pegarse en la ortodoncia y, aunque creas que has podido eliminar todo el chicle, se ha podido quedar algún pequeño trozo. Y tendrás que tener cuidado con los alimentos duros, ya que pueden hacer que se te “salte” un bracket y atrasar el tratamiento.
En cuanto a la higiene, tendrás que mantener los mismos hábitos que tenías antes pero, en el caso de ortodoncias con brackets, al no poder usar hilo dental, conviene sustituirlo por cepillos interdentales. Si tienes un aparato removible, también tendrás que cuidar la higiene del aparato. Puedes llevar un pequeño kit de higiene contigo para cuando tengas que quitártelo fuera de casa y, por supuesto, ¡acuérdate siempre de llevar la caja!
Si tienes cualquier duda, ¡pregúntanos!